El base de Detroit firmó una noche histórica con 46 puntos, 12 rebotes y 11 asistencias, pero también con 31 tiros fallados, superando una marca que pertenecía a la mamba.
Cade Cunningham tuvo una de esas noches que dividen a los fanáticos entre la épica y la estadística. El base de los Pistons se despachó con 46 puntos, 12 rebotes, 11 asistencias, cinco robos y dos tapas en la victoria 137-135 sobre Washington, pero lo hizo con 14 aciertos en 45 intentos de campo. Treinta y un tiros errados, el registro más alto en la historia de la NBA desde la fusión, que lo colocan por encima de Kobe Bryant en una lista que nadie busca liderar.
Hasta anoche, Kobe reinaba en ese ranking de ineficiencia: 30 tiros fallados ante Boston en 2002 y 28 frente a Utah en su despedida de 2016. Cunningham superó ambas marcas en una actuación que parece salida de un videojuego, donde el jugador no se cambia nunca y tira hasta que entra. Sin embargo, Detroit ganó, y eso convierte al récord en una rareza gloriosa: una mancha estadística que brilla en el resultado final.
El contexto, claro, explica parte del delirio. Los Pistons estaban diezmados, sin seis piezas de rotación —entre ellos Jaden Ivey, Caris LeVert y Tobias Harris— y con una plantilla parche en la segunda noche consecutiva de acción. Cunningham se vio obligado a absorber cada posesión y, aunque falló más que nadie, fue el motor que sostuvo la ilusión en el cierre y en el tiempo extra que finalmente terminó ganando. Un triunfo que alarga el dominio en el Este con un récord 9-2 y un claro candidato al MVP.